domingo, 18 de septiembre de 2011

EL PODER DE LAS PALABRAS

No nos damos cuenta del poder que tienen las palabras cuando las decimos. A veces hablamos sin pensar en las repercusiones que eso pueda tener.
Tanto si son empleadas como un elogio, o para insultar. Otras veces en una simple y llana conversación ni siquiera sabemos el daño que podemos hacer, porque no somos conscientes de su poder.


Leí una vez en un libro de sabiduría tolteca que las palabras son el mayor poder que tiene el ser humano, además de que somos la única especie en la tierra que puede hablar. Que cada vez que las usamos mal hacemos un daño enorme ya que automáticamente nos hace cambiar de opinión sobre nosotros mismos.

Cuando le decimos a  alguien que está gordo, o feo , o que no sabe cantar o hablar en público, todo eso la otra persona lo absorbe en el mismo momento en que lo oye y hace precisamente que cambie de actitud.

Entonces me pregunto yo: ¿cuando es cuando debemos oir a los demás? ¿como hacer para que no me influyan sus palabras?, porque no puedo oir solamente lo bueno, también debo oir las críticas, eso es lo que nos hace crecer,, pienso yo. Y si no debo dejar que una palabra de desaliento o desprecio me influya, ¿de todas formas tengo que oir todo lo que me diga y luego seleccionar con lo que me quedo?

No está del todo equivocado el Acuerdo al que me refiero del libro, ya que al menos a mí me ha pasado y no deja de pasarme, que las palabras me afectan bastante. Dependiendo del estado de ánimo en el que me encuentre o las ganas de que nadie dirija mi vida, así actúo y dejo que me influyan, pero si es cierto que tienen su efecto.

A veces tenemos la tendencia de juzgarlo y criticarlo todo , pero no nos damos cuenta de que "esa" es nuestra opinión, que no siempre estamos en posesión de la verdad, que no podemos querer que nuestros seres queridos o amigos sean como queremos que sean. En mi opinión creo que cuando hablamos con alguien de temas personales, en este caso, debemos ser muy cuidadosos con lo que decimos, ser objetivos sin ser jueces, ya que la persona que en ese momento  pide ayuda a alguien, lo que menos desea es que la juzguen.

De hecho de principio creo, por experiencia propia, que lo que debe hacer el oyente es precisamente eso, oir, y que una vez expuesto el tema en cuestión, pregunte a la otra persona que es lo que quiere hacer si lo que quiere es cambiar algo, o todo, o simplemente lo que quiere es ser escuchado sin pedir consejo alguno, y aún menos oir algo que te haga sentirte mal contigo mismo.

Aunque en otras ocasiones los peores críticos somos nosotros mismos. Tenemos esa tendencia a culparnos de todo lo que nos ocurre sin pensar que hay cosas que se nos escapan de las manos, que no podemos controlarlo todo. Y que a veces basta que alguien te diga algo despectivamente para creértelo y condenarte tu mism@.

Para terminar y no desviarme demasiado del tema diré que a pesar de todo sigo oyendo a quienes creo que debo oir, que esa es para mí la parte importante de todo esto, elegir a las personas que quieres que te escuchen, no porque vayan a decirte solo palabras bonitas, que hay muchas en nuestro vocabulario por supuesto, sino porque las que te vaya a decir te las diga con cariño, buen juicio y razón.

Porque a veces se pueden decir las mismas cosas pero de diferentes maneras ¿no?



Chewing

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